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Una aseguradora ha sido condenada a abonar casi 300.000 euros a una paciente diagnosticada por error de un trastorno de ansiedad, sufriendo realmente una mielitis aguda transversal, error que retrasó la instauración del tratamiento adecuado produciéndole graves secuelas (declarada gran inválida, con el 91% de incapacidad).

La paciente demandó a la compañía aseguradora de su hospital por el error en el diagnóstico y las secuelas, reclamando una indemnización cercana al millón y medio de euros.

La entidad demandada se opuso, entendiendo que no se prestó una atención médica negligente a la demandante

Los tribunales aprecian negligencia en el diagnóstico y una demora en la instauración del tratamiento adecuado, pero desestimaron la demanda debido a no quedar plenamente acreditado una relación de causalidad entre dicha circunstancia y el daño sufrido.

Pero el Tribunal Supremo (TS) ha estimado el recurso interpuesto por sus abogados, señalando que hubo error en el diagnóstico, por no emplear diligentemente los medios ofertados por la medicina para filiar el cuadro neurológico preocupante que padecía la paciente, y demora en la ejecución de las pruebas diagnósticas y en la instauración del tratamiento indicado en los protocolos.

Claro que se desconoce qué le hubiera sucedido a la demandante si hubiera sido sometida de forma puntual al tratamiento indicado o cómo hubiese evolucionado su cuadro clínico; pero el hecho es que fue privada por parte del personal médico que la atendió de la ventaja que para su salud derivaba de la instauración pronta de la terapia pautada en los protocolos aplicables a su dolencia.

No se puede garantizar cuales habrían sido los resultados, pero la paciente tenía derecho a que se empleasen aquellos medios procedentes para el tratamiento de su grave patología que considera la ciencia y que por ello tienen reflejo en los protocolos correspondientes.

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